ML. 12. RATHA YATRA, EL FESTIVAL DE LAS CARROZAS

EL REGRESO DEL SEÑOR KRSNA A VRAJA-VRNDAVANA

Al día siguiente se celebraría el festival de las carrozas del Señor Jagannatha, durante el cual el Señor se traslada desde el Templo de Jagannatha, considerado como Kuruksetra, hasta el Templo de Gundica, percibido como Vraja-Vrndavana. El recorrido de las carrozas simboliza el regreso del Señor Krsna a Vraja-vrndavana, después de una interminable ausencia. Ante la gran expectativa de este nuevo encuentro, tanto el Señor como los habitantes de Vraja experimentan un gozo que se incrementa millones de veces. Los ojos del Gran Maestro Sri Caitanya estaban excesivamente sedientos de ver a Su amado Señor Jagannatha. Inmerso en el sentimiento de Sri Radha, Sus ojos permanecían profundamente absortos en el amor, y parecían como si estuviesen soñando dulcemente con el muy esperado retorno de Su Señor, Krsna.

¡POR FIN LLEGÓ EL ANHELADO DÍA!

¡Por fin llegó el anhelado día! Sri Caitanya y Sus compañeros se levantaron muy temprano en la mañana, cuando aún era oscuro. Tan pronto como llevaron a cabo sus ritos matutinos, se apresuraron hasta el Templo del Señor Jagannatha. Estaban impacientes. No querían perder ni un detalle de la ceremonia. Jagannatha, Baladeva y Subhadra fueron trasladados desde el Templo, halados sobre almohadones de algodón y danzando por todo el camino, hasta Sus carrozas bellamente decoradas. En medio de ensordecedores cánticos de `Manima Manima’, las Deidades fueron colocadas en Sus carrozas, ornamentadas exquisitamente. Luego, los devotos comenzaron a halar las carrozas con gruesas cuerdas, la cuales representaban al Rey de las serpientes.

PARA EL PLACER DEL SEÑOR JAGANNATHA

Sri Caitanya colocó guirnaldas alrededor de los cuellos de Sus compañeros y ungió sus frentes con pasta de sándalo. Después los dividió en cuatro grupos principales que cantarían y danzarían para el placer del Señor Jagannatha. Los cantores principales eran Svarupa Damodara, Srivasa Pandita, Mukunda y Govinda Ghota. Cada grupo llevaba dos Mrdanga y sus respectivos danzarines. A éstos, se unieron tres grupos de Bengala: uno de Kulina-grama, uno de Santi-pura y otro de Sri-khanda. En total, había siete grupos. Los cuatro grupos principales iban delante de la carroza del Señor. Otros dos grupos la flanquearon, y el otro iba detrás. Los siete grupos cantaban melodiosamente, alabando los diversos pasatiempos amorosos de Krsna. Todos cantaron y danzaron en completo éxtasis. A medida que los siete grupos avanzaban con la carroza, cada uno veía a Sri Caitanya cantando y danzando con ellos, entonando las mismas canciones que cada grupo en particular cantaba en ese momento. De esa manera, el Gran Maestro Sri Caitanya cantaba y danzaba simultáneamente en los siete grupos. Los cielos resonaron con exclamaciones de ¡Hari! ¡Hari!, ¡Jaya Jagannatha, Jaya Jagannatha!

SU CARROZA SE DETUVO

Repentinamente, cuando el Señor Jagannatha comenzó a saborear los cánticos maravillosos y la extática danza de Sri Caitanya y Sus seguidores, Su carroza se detuvo. Al contemplar el bello espectáculo de esa danza extática, el Señor Jagannatha no permitió que la carroza se moviese a pesar de los repetidos intentos de cientos de personas. Entonces Sri Caitanya se colocó detrás de la carroza y le dio un suave empujón. De inmediato la carroza se movió nuevamente en medio de los sonoros y gozosos cantos de los grupos de Kirtana, mientras el Señor Jagannatha, con Sus enormes ojos semejantes a los de un abejorro, dirigía miradas de soslayo hacia la danza extática de Sri Caitanya. Los intensos movimientos de la danza de Sri Caitanya, cuando se desplazaba continuamente en círculos, eran demasiado rápidos para poder distinguirlos. La danza originaba en Su persona intensas erupciones emotivas, tales como llanto gozoso, temblores, transpiración, estupor, orgullo y humildad, las cuales se manifestaban simultáneamente. En un momento, rodaba por el piso, y al momento siguiente se levantaba de súbito y giraba vertiginosamente, asombrando a todos los devotos, quienes ya se encontraban sin aliento.

EL REY PRATAPARUDRA ESTABA ATÓNITO AL VER AL GRAN MAESTRO

El Rey Prataparudra estaba perplejo, atónito, al ver al Gran Maestro Sri Caitanya simultáneamente presente en cada uno de los grupos. Por el contrario, los integrantes de esos grupos, aunque lo intuían, no podían percibir plenamente esa visión extraordinaria. La intensa danza Tandava del Gran Maestro Sri Caitanya representaba Su insondable deseo de encontrarse con Su amado Señor Krsna en Vraja-Vrndavana. Al ver al Señor Jagannatha, Sri Caitanya gritaba a toda voz, en gran éxtasis. Al verle danzar enloquecido con el sentimiento de Sri Radha, con la más intensa esperanza de reunirse de nuevo con Su Señor Krsna, el Señor Jagannatha parecía sumergirse
profundamente en un océano de amor. Cuando el Gran Maestro Sri Caitanya contemplaba al Señor Jagannatha, las lágrimas manaban de Sus ojos profusamente, duplicando así la inspiración de los devotos para cantar y danzar con jubiloso éxtasis.

CON EL SENTIMIENTO AMOROSO DE SRI RADHA

Con el sentimiento amoroso de Sri Radha, el Gran Maestro Sri Caitanya sentía internamente que estaba conduciendo a Krsna hasta Vraja- Vrndavana. Entonces le pidió a Svarupa Damodara que cantara con el sentimiento de Lalita-sakhi. Svarupa Damodara, quien conocía a la perfección la mente del Gran Maestro, comenzó a entonar una famosa canción: sei soeita prananatha pailun jaha lagi madana dahane jhuri gelun “Una vez más he encontrado al Señor de Mi corazón, y desde entonces ardo en el fuego del amor”. Los devotos comenzaron a danzar con los sentimientos de las Gopis de Vraja cuando se encontraron en Kuruksetra con su divino amante, quien las había abandonado en Vraja, llorando en la agonía de la separación. Al ver a Krsna, una profunda sensación de felicidad invadió a estas doncellas que habían estado privadas de Su amor, y fervorosamente le imploraron que regresara a Vraja. El Señor Jagannatha, sentado en Su carroza, y el Gran Maestro Sri Caitanya, danzando lleno de gozo durante el festival de las carrozas en Puri- dhama, se deleitaban mutuamente con hermosos juegos de amor. Cuando Sri Caitanya no avanzaba, entonces el Señor Jagannatha se detenía y no se movía ni un ápice. Cuando Sri Caitanya comenzaba a avanzar despacio en el grandioso desfile, el Señor Jagannatha también se movía despacio, observando con gran deleite la encantadora danza de Sri Caitanya. Cuando Sri Caitanya se detenía, automáticamente la carroza también frenaba. Cuando Sri Caitanya se movía rápidamente, la carroza también lo hacía. Así, el Gran Maestro Sri Caitanya, experimentando los sentimientos de amor de Sri Radha, atraía intensamente y halaba al Señor Jagannatha hacia Vraja-Vrndavana, la tierra sin ley del amor.

CANTANDO MELODIOSAMENTE LOS SANTOS NOMBRES

Más adelante, Sri Caitanya, quien deseaba danzar, reunió a los siete grupos de Kirtana y entre ellos seleccionó a diez devotos para que se unieran a Él en el centro, mientras los demás les rodeaban danzando en éxtasis y cantando melodiosamente los santos nombres y los pasatiempos del Señor. Srivasa, Ramai, Raghunandana, Govinda,
Mukunda Datta, Hari-dasa, Govindananda, Madhava, y Govinda Ghota, bajo la dirección de Svarupa Damodara, fueron los seleccionados. El Gran Maestro Sri Caitanya ofreció entonces Sus más profundas reverencias al Señor Jagannatha, postrándose ante Él y recitando versos de alabanza. Una vez más estalló en éxtasis, y lleno de bienaventuranza danzó como si fuese la personificación del amor divino. Los devotos se absorbieron por completo en ese desbordante amor, expresado en la danza del Señor, la cual permaneció por siempre fresca en sus mentes y en sus corazones. Los devotos formaron tres círculos a Su alrededor, mientras el Rey Prataparudra y sus oficiales crearon un círculo externo para protegerlos de las crecientes multitudes, fascinadas por la bella escena de Su danza extática. Sri Caitanya recitó varios versos en alabanza al Señor Jagannatha y compuso un verso dirigiéndose a Él: naham vipro na ca narapatir napi vaisyo na sudro naham varni na ca grha-patir na vanastho yatir va kintu prodyan-nikhila-paramananda-purnamrtabdhe gopi-bhartuì pada-kamalayor dasa-dasanudasah “No soy Brahmana, ni Ksatriya, ni Vaisya ni Sudra; sino el esclavo del esclavo, del esclavo de los pies de loto del dulce Señor de las Gopis, Krsna, quien es la esencia del desbordante océano de néctar y de la bienaventuranza trascendental”. Los ojos del Gran Maestro se llenaron de lágrimas al danzar, Su boca cantaba incesantemente el santo nombre de Krsna, Sus movimientos eran gráciles como los de un león embriagado, y Su pecho dorado lucía una bella guirnalda de flores que se mecía de un lado a otro. Nityananda Prabhu permanecía a Su lado para protegerle y sostenerle cuando pesadamente caía al suelo, embriagado por esa danza incomparable. Al intensificarse Su amor, manifestaba diferentes cambios en Su cuerpo. Palidecía, temblaba, experimentaba espasmos musculares, de Sus ojos fluían incesantes lágrimas, transpiraba profusamente, de Su nariz manaba agua en abundancia y Su boca se llenaba de espuma. En medio de este poderoso arrebato de amor, Él exclamaba: “¡Mi amado, quien robara Mi virginal corazón a orillas del río Reva, aún es mi amante! Estas son las mismas noches de luna en primavera, las mismas flores Malati esparcen su exquisita fragancia, y las refrescantes brisas soplan aromáticamente desde los bosques de árboles Kadamba. Yo soy la misma de antes, pero aun así, Mi corazón anhela aquella ribera, debajo del árbol Vetasi, donde por vez primera se vio inspirado y enardecido nuestro amor”. Al instante, diferentes emociones se agitaban simultáneamente en el corazón del Gran Maestro Sri Caitanya.
Cuando una surgía, la otra se calmaba. Su cuerpo era como una montaña de oro puro y Sus emociones como árboles de bellísimos capullos.

MIENTRAS DANZABA LLENO DE EXCITACIÓN

En un momento dado, mientras danzaba lleno de excitación, el Gran Maestro estuvo a punto de caer al suelo. El Rey Prataparudra le sostuvo en sus brazos, porque Nityananda Prabhu permanecía absorto en Su extática danza. Cuando Sri Caitanya recuperó el conocimiento y vio al Rey Prataparudra sosteniéndole, se lamentó de haber sido tocado por un hombre mundano. Al ver la reacción del Gran Maestro, el Rey se sintió muy aprensivo y temeroso de haber incurrido en una gran ofensa. Sin embargo, Sarvabhauma, quien estaba a su lado, le consoló diciéndole: “No te aflijas. El Gran Maestro está muy complacido contigo por el servicio de barrer el camino frente a la carroza del Señor Jagannatha”. Entretanto, la carroza se detuvo, Sri Caitanya caminó a su alrededor y colocándose detrás de ella, la empujó con Su cabeza. La pertinaz y potente carroza comenzó a moverse de inmediato, como si hubiese cobrado nueva vida.