AnL. 02. MIENTRAS TANTO, EN BENGALA…

LA PRÉDICA DE NITYANANDA PRABHU

En Bengala, Su movimiento se expandía principalmente a causa de la prédica de Nityananda Prabhu. Un Brahmacari, devoto célibe, llamado Nakula, también ayudó a difundir las enseñanzas del Gran Maestro. El sentimiento extático de Nakula Brahmacari se parecía al del Gran Maestro, razón por la cual los devotos comentaban que el Gran Maestro indudablemente había impregnado el corazón del devoto con Su divino amor por Krsna. En una oportunidad, Sivananda Sena sometió a prueba la sinceridad de Nakula Brahmacari, y éste sin duda alguna la pasó con éxito.

EL GRAN MAESTRO SIEMPRE ESTABA PRESENTE EN LA CASA DE SU MADRE SACI-DEVI

De manera muy especial, el Gran Maestro Sri Caitanya siempre estaba presente en la casa de Su madre Saci-devi, para aceptar los platos deliciosos que ella cocinaba para Él; en la extática danza de Nityananda; en el canto de Srivasa Pandita, y en la casa de Raghava Pandita. En una oportunidad, Sri Caitanya envió un mensaje a Sus seguidores en Nadia, asegurando que Él visitaría Bengala en el invierno, por lo que no había necesidad de que fueran a Puri ese año. Los devotos de Bengala pospusieron su visita anual, pero el Gran Maestro no fue a Bengala. Todos los devotos cayeron en depresión extrema, especialmente Jagadananda Pandita y Sivananda Sena, el padre de Kavikarnapura, quien conducía el peregrinaje anual a Puri. El devoto Nrsimhananda les aseguró que en tres días él traería al Gran Maestro. Entonces Nrsimhananda se sentó en meditación y dos días después le informó a Jagadananda y a Sivananda que el Gran Maestro había llegado a Panihati y que arribaría donde ellos al mediodía siguiente. Al otro día, desde temprano en la mañana, los devotos prepararon un elaborado y exquisito festín que ofrecieron en tres platos diferentes: uno para el Señor Jagannatha, uno para Nrsimha-deva y otro para el Gran Maestro Sri Caitanya. Mientras permanecían afuera, en meditación, Nrsimhananda presenció cómo el Gran Maestro entró en el templo y se comió todos los alimentos. Sivananda Sena dudó, pero el próximo año, cuando visitaron Puri, el Gran Maestro dijo personalmente a Sivananda y a todos los devotos reunidos: “Los alimentos que Nrsimhananda me ofreció el año pasado, son los mejores que he probado. De manera similar, todos los días como en la casa de mi Madre, Saci-devi”.

“NO PERMITAS QUE CHOTA HARI-DASA SE PRESENTE ANTE MÍ OTRA VEZ”

Un día, Bhagavan Acarya invitó a Sri Caitanya a comer en su casa. Para agasajar al Gran Maestro con los mejores alimentos posibles, Bhagavan Acarya le pidió a Chota Hari-dasa, un monje que solía cantar para el deleite de Sri Caitanya, que fuese a buscar arroz de buena calidad donde Madhavi, la hermana de Sikhi Mahiti, quien era bastante mayor. Sikhi Mahiti y su vieja hermana Madhavi, se contaban entre los devotos principales de Sri Caitanya, prácticamente al mismo nivel de Svarupa Damodara y Ramananda-raya. Chota Hari-dasa llevó el arroz, el cual era tan excelente que el Gran Maestro Sri Caitanya se interesó en saber de dónde provenía. Bhagavan Acarya explicó: “Viene de Madhavi, la hermana mayor de Sikhi Mahiti”. “¿Y quién fue a la casa de Madhavi?”, inquirió el Gran Maestro con curiosidad. “Chota Hari-dasa fue a buscarlo a la casa de Madhavi”, respondió Bhagavan Acarya temeroso. El Gran Maestro Sri Caitanya comió con parsimonia y elogió la comida. Sin embargo, al regresar a Su vivienda, ordenó a Su Govinda, Su asistente personal: “No permitas que Chota Hari-dasa se presente ante Mí otra vez”. Chota Hari-dasa se sintió sumamente triste y mortificado al escuchar que no debía estar en la presencia del Gran Maestro Sri Caitanya, y además no podía comprender el motivo de un castigo tan espantoso. No obstante, ayunó continuamente durante tres días con la esperanza de que su castigo fuera revocado.

“¿QUÉ OFENSA HA COMETIDO CHOTA HARI-DASA?”

Un día, Svarupa Damodara inquirió de Sri Caitanya: “¿Qué ofensa ha cometido Chota Hari-dasa?”. El Gran Maestro Sri Caitanya replicó inflexible: “No soporto ver la cara de un monje que ha hablado íntimamente con una mujer. Los sentidos son sumamente incontrolables y se adhieren fuertemente a sus objetos del deseo. En verdad, hasta una muñeca de madera puede atraer la atención de un sabio. Uno no debe sentarse cerca de su madre, de su hermana o de su hija, porque los sentidos son tan fuertes que pueden subyugar incluso a una persona de conocimiento. Hay muchas personas que llevan los hábitos de un monje y que satisfacen sus deseos hablando de manera íntima con las mujeres”. Después de pronunciar estas palabras, el Gran Maestro entró abruptamente en la casa.

LOS COMPAÑEROS ÍNTIMOS DE CHOTA HARI-DASA, INTERCEDIERON ANTE EL GRAN MAESTRO

 

Al día siguiente, los compañeros íntimos de Chota Hari-dasa, intercedieron ante el Gran Maestro para que lo perdonara, diciendo: “Él ya aprendió su lección y ciertamente no volverá a incurrir en esa ofensa”. “No puedo mirar el rostro de un monje renunciante que conversa con una mujer con familiaridad”, respondió firmemente el Gran Maestro Sri Caitanya, y prosiguió: “Por favor ocúpense de sus propios asuntos y abandonen esas conversaciones ociosas. Si vuelven a importunarme intercediendo a favor de Chota Hari-dasa, no me verán más en Puri”. Después de escuchar estas palabras tan graves y profundas del Gran Maestro, Sus compañeros quedaron atónitos. Profundamente perturbados, se alejaron cabizbajos mientras el Gran Maestro fue a tomar Sus alimentos. Al otro día, Paramananda Puri también fue a implorar el perdón para Chota Hari-dasa.

PARAMANANDA PURI IMPLORÓ CON HUMILDAD:

Paramananda Puri era discípulo de Madhavendra Puri, y hermano espiritual de Isvara Puri, el Guru de Sri Caitanya. Por esa razón, el Gran Maestro Sri Caitanya le dispensaba un gran respeto. Los devotos pensaron que debido a la natural compasión de Paramananda Puri hacia el atormentado Chota Hari-dasa, su ruego no sería en vano. Sin embargo, esta vez todos se equivocaron. Sri Caitanya recibió a Paramananda Puri muy respetuosamente, como de costumbre, y después de ofrecerle asiento, preguntó: “Por favor dime, ¿qué puedo hacer por ti?” Paramananda Puri imploró con humildad: “¿Podrías perdonar a Chota Hari-dasa?” Sri Caitanya replicó: “Mi querido Señor, por favor quédate aquí y permíteme retirarme al Templo de Alalanatha. Permaneceré allí solo, llevando a Govinda como acompañante único”. El Gran Maestro Sri Caitanya llamó a Govinda de inmediato, y después de postrarse a los pies de Paramananda Puri, emprendió el camino hacia Alalanatha. Paramananda Puri rápidamente corrió tras el Gran Maestro y con gran dificultad le indujo afectuosamente a que regresara. Cuando los esfuerzos de Paramananda Puri fallaron, los devotos aconsejaron a Chota Hari-dasa: “Por favor escucha. Actualmente el Gran Maestro persiste en Su indignación. ¡Por favor ten paciencia y espera algún tiempo! Sin duda alguna Él te otorgará Su misericordia porque Su corazón es sumamente compasivo”. Chota Hari-dasa siguió el consejo de los devotos y comenzó a contemplar al Gran Maestro todos los días desde cierta distancia, cuando Él visitaba el Templo de Jagannatha.
El ejemplo de Chota Hari-dasa fue tan fuerte que los devotos dejaron de hablar con mujeres incluso en sueños.

ASÍ TRANSCURRIÓ UN AÑO

Así transcurrió un año, pero la firme decisión del Gran Maestro con respecto a Chota Hari-dasa, permaneció inalterable. Temprano una mañana, Chota Hari-dasa se dirigió a la casa del Gran Maestro, se postró ante la puerta cerrada, e inmediatamente después partió hacia Prayaga. Allí abandonó la vida en la confluencia de los ríos Ganga, Yamuna y Sarasvati, pensando que en su próximo nacimiento tendría una mejor oportunidad de servir a su Maestro. Más adelante, Chota Hari-dasa, en su cuerpo espiritual invisible semejante al de un Gandharva, un músico celestial, continuó cantando para el Gran Maestro todas las noches, lo que a excepción de Sri Caitanya, nadie conocía. Eventualmente, los devotos comenzaron a preguntarse, “¿qué habrá pasado con Chota Hari-dasa? Él se marchó hace ya un año, y hasta el día de hoy nadie sabe de él”. Cuando escuchaba las lamentaciones de los devotos, el Gran Maestro Sri Caitanya sonreía. Al ver Su dulce sonrisa, todos los devotos se extrañaban sobremanera.

REPENTINAMENTE ESCUCHARON A CHOTA HARI-DASA CANTANDO

Un día, Jagadananda, Svarupa Damodara, Govinda, Kasisvara, Sankara, Damodara y Mukunda fueron a bañarse en el océano. Repentinamente escucharon a Chota Hari-dasa cantando desde un lugar lejano. Nadie podía verle, pero todos escuchaban su dulce voz. Por lo tanto, concluyeron: “Chota Hari-dasa tiene que haberse suicidado ingiriendo veneno, y debido al pecado del suicidio ahora se ha convertido en un Brahmana fantasma. Podemos escuchar su voz, pero no podemos verle. ¡Tiene que haberse convertido en un fantasma!” Al escuchar las palabras de los devotos, con Govinda a la cabeza, Svarupa Damodara protestó: “Chota Hari-dasa cantó el santo nombre de Krsna y sirvió al Señor Supremo, el Gran Maestro Sri Caitanya, durante toda su vida. Era muy querido para el Gran Maestro y murió en un lugar sagrado”. Svarupa Damodara continuó: “Chota Hari-dasa encontró su fin entrando en las sagradas aguas del Ganga, el Yamuna y el Sarasvati en Prayaga. Es imposible que se haya degradado tanto como para obtener el cuerpo de un fantasma. Por el contrario, debe haber alcanzado la liberación. Además, éste es otro de los inconcebibles y trascendentales pasatiempos del Gran Maestro, Sri Caitanya. Más adelante, ustedes podrán comprenderlo así. De eso no hay duda”. Todos los devotos se sorprendieron enormemente al escuchar la explicación de Svarupa Damodara, y enmudecieron.

EL GRAN MAESTRO SRI CAITANYA PREGUNTÓ POR CHOTA HARI-DASA

Un día, el Gran Maestro Sri Caitanya preguntó por Chota Hari-dasa, y se le informó que había abandonado Puri para irse a otro lugar. Cuando Sivananda Sena y otros devotos llegaron a Puri en su peregrinaje anual, Srivasa Pandita preguntó: “¿Dónde está nuestro Chota Hari-dasa?” “Un hombre tiene que sufrir las consecuencias de sus acciones”, contestó gravemente el Gran Maestro Sri Caitanya. Después de esto, Srivasa Pandita le relató al Gran Maestro, con lujo de detalles, toda la historia de Chota Hari-dasa. Después de escucharla, el Gran Maestro comentó serenamente: “Ése es el castigo de un monje que mira a una mujer con lascivia”.

LAS PALABRAS DE DAMODARA PANDITA DELEITARON AL GRAN MAESTRO

Por aquel entonces, un muchacho Brahmana desarrolló gran apego por la compañía del Gran Maestro Sri Caitanya. A pesar de que Damodara Pandita se lo había prohibido, el jovencito iba todos los días para ver al Gran Maestro, y Éste lo recibía afectuosamente. En una oportunidad, incapaz de ocultar sus sentimientos por más tiempo, Damodara Pandita estalló y dijo: “Todo el mundo te llama Gosvami, un monje de la más estricta línea, y tu fama ha quedado firmemente establecida en Puri”. “¡Damodara! ¿A qué viene esta escena?”, inquirió el Gran Maestro Sri Caitanya. Damodara Pandita contestó con sarcasmo: “Tú eres el Señor Todopoderoso, y puedes actuar como te plazca. ¿Quién puede protestar? Sin embargo, ¿cómo vas a silenciar las críticas? ¿Acaso no puedes ver por Ti mismo? ¿Por qué aceptas la compañía del hijo de una viuda? Aunque es una mujer muy casta, tiene un defecto: ¡Es demasiado hermosa! Tú eres un hombre joven y apuesto, ¿por qué das a la gente motivos de crítica?” Estas acerbas palabras de Damodara Pandita deleitaron al Gran Maestro. Él pensó: “Éstas son las palabras de un verdadero amigo y han sido motivadas por el afecto”. Pocos días después, Sri Caitanya envió a Damodara Pandita a Navadvipa para cuidar de Su anciana madre, ya que no podía pensar en otra persona más apropiada para ese servicio. Damodara Pandita solía visitar Puri cada cierto tiempo para llevar noticias de Saci-devi, y luego regresaba con noticias del Gran Maestro.
Cuando salió de Puri, Rupa Gosvami se dirigió a Bengala. Casi simultáneamente Sanatana salió de Vraja-dhama para ir a Puri. Sanatana viajó solo a través del peligroso sendero de la selva de Jarikhanda. En el éxtasis de ir a encontrarse con el Gran Maestro, descuidaba su alimentación y su salud. Como resultado contrajo una terrible enfermedad de la piel con llagas purulentas. Tan débil y extenuado estaba, que llegó a pensar que muy pronto abandonaría el cuerpo. Por lo tanto, decidió destruirlo bajo las ruedas de la carroza de Jagannatha. En ese estado de ánimo, Sanatana llegó a Puri. No tuvo que indagar mucho para encontrar la casa de Hari-dasa, quien al verle, le abrazó con regocijo. Un poco más tarde, como acostumbraba, el Gran Maestro Sri Caitanya visitó a Hari-dasa cuando regresaba del Templo de Jagannatha.