AnL. 04. EL HUMILDE RAGHUNATHA DASA

Algún tiempo después, Raghunatha-dasa llegó a Puri. Él provenía de una familia sumamente rica e influyente. Raghunatha-dasa conoció al Gran Maestro durante Su visita a Santipura. En aquel entonces, Sri Caitanya le dijo con firmeza que regresara con su familia y continuara su vida normal, pero libre de apegos. Raghunatha-dasa siguió estrictamente las instrucciones del Gran Maestro, pero el anhelo interno de abandonar todos los deseos mundanos siguió creciendo e intensificándose en su corazón. Pocos años después de este encuentro, Nityananda Prabhu fue a Panihati. Tan pronto como Raghunatha-dasa se enteró de su arribo a esa localidad, corrió allí de inmediato, como un trozo de hierro atraído por un poderoso imán. Era la primera vez que Raghunatha-dasa veía a Nityananda Prabhu. Le encontró sentado debajo de un árbol, cerca del sagrado río Ganges, sobre una plataforma ligeramente elevada, rodeado por sus incontables devotos. Un resplandor divino, como un sol al mediodía, emanaba de su cuerpo trascendental. Cuando Raghunatha-dasa presenció la escena, instintivamente se postró ante Nityananda Prabhu, lleno de asombro. Raghunatha-dasa estaba a una distancia considerable, pero el juguetón y misericordioso Nityananda Prabhu le pidió que se acercara. Luego Nityananda Prabhu colocó sus pies sobre la cabeza de Raghunatha-dasa y afectuosamente le preguntó: “¿Por qué no viniste a verme antes?” Enseguida Nityananda Prabhu le pidió a Raghunatha-dasa que agasajara a los incontables devotos reunidos allí, con leche, requesón y arroz plano.

RAGHUNATHA-DASA SE EMOCIONÓ SOBREMANERA

Raghunatha-dasa se emocionó sobremanera con la petición de Nityananda Prabhu y procedió a alimentar a todos los devotos generosamente. Nityananda Prabhu, por medio de su poder interno, trajo al Gran Maestro Sri Caitanya para que participara en el festival. Nityananda Prabhu personalmente alimentó al Gran Maestro y dio Sus remanentes a Raghunatha-dasa, diciendo: “El Gran Maestro Sri Caitanya ha saboreado este alimento. Ahora toma Sus remanentes, porque ellos sin duda alguna te librarán del cautiverio”. Raghunatha-dasa se postró ante Nityananda Prabhu e imploró que le mostrara el camino hacia los misericordiosos pies de loto del Gran Maestro Sri Caitanya. Raghunatha-dasa dijo: “Muchas veces escapé de mi hogar, pero mis padres me hicieron regresar por la fuerza. Sin tu gracia, jamás podré ir junto al Gran Maestro”. Cuando Nityananda Prabhu escuchó estas palabras, colocó sus pies una vez más sobre la cabeza de Raghunatha-dasa y afirmó: “A partir de hoy, todos tus apegos y tu cautiverio material serán erradicados. Tu amado Maestro Sri Caitanya pronto te aceptará como Su sirviente más querido, y te pondrá al cuidado de Svarupa Damodara, Su secretario personal. Todo esto acontecerá en un futuro cercano”.

EN EL CAMINO A PURI

De Panihati, Raghunatha-dasa regresó a su hogar, como le aconsejara Nityananda Prabhu, pero pocos días después, eludió a los guardias que le vigilaban muy de cerca. En las tempranas horas de la mañana, mientras todos dormían, Raghunatha-dasa levantó sigilosamente al sacerdote de la familia, Yadunatha Acarya, y juntos salieron de la casa. Después de escapar, envió de regreso al sacerdote y continuó solo para ir a encontrarse con el Gran Maestro Sri Caitanya. Evitando los caminos principales y tomando los secundarios, diariamente recorría una distancia de más de cuarenta y cinco kilómetros, y llegó a Puri-dhama en apenas doce días, eludiendo todos los grupos que su padre enviara para buscarle. En el camino a Puri, Raghunatha-dasa pasó tres días sin comer. Su mente y sus pensamientos estaban totalmente concentrados en los dorados pies del Gran Maestro Sri Caitanya, y por consiguiente se olvidó por completo de su hambre y de su sed.

SRI CAITANYA, LA MORADA DE LA COMPASIÓN

Cuando Raghunatha-dasa llegó de improviso, encontró a Sri Caitanya, la morada de la compasión, rodeado por Sus devotos, encabezados por Svarupa Damodara y Govinda-dasa. Había recorrido una gran distancia desde Sapta-grama hasta Puri, para ser aceptado como un sirviente del Gran Maestro. Sri Caitanya, con profundo afecto, le pidió a Raghunatha-dasa que se acercara. Se aproximó entonces al Gran Maestro y se postró ante Él. Sri Caitanya le abrazó amorosamente y lo presentó a todos los devotos allí reunidos. Luego, el Gran Maestro se dirigió a Svarupa Damodara: “¡Ahora tengo tres Raghunathas! A partir de hoy, éste será conocido como el Raghunatha de Svarupa. ¡Oh Svarupa Damodara! Ahora puedes aceptar a Raghunatha como tu sirviente”. Govinda-dasa trajo los remanentes de los alimentos del Maestro y se los dio a Raghunatha-dasa, quien feliz los aceptó con veneración. Durante cinco días, las comidas de Raghunatha-dasa consistieron sólo de los remanentes del Gran Maestro. Después, por decisión propia, Raghunatha-dasa comenzó a mendigar su sustento cerca de la puerta principal del Templo de Jagannatha. Su único alimento eran las limosnas que recibía. La noticia de que Raghunatha
mendigaba su sustento en el Templo de Jagannatha, llegó a oídos del Gran Maestro, quien muy complacido comentó: “Me hace muy feliz escuchar que Raghunatha-dasa ha emprendido el sendero de la renunciación a la vida mundana y a los placeres domésticos. Lo que él está haciendo es el auténtico deber de un renunciante”. El Gran Maestro continuó: “Un renunciante debe dedicar todo su tiempo al canto de los santos nombres y a glorificar al Señor Supremo. Debe mantener su cuerpo alimentándolo con lo que pueda obtener como limosna, y sólo de lo que las personas donen por su propia voluntad, no por coacción”.

¿CUÁLES SON MIS LEGÍTIMOS DEBERES?

Cierto día, sentado a los pies de loto del Gran Maestro, Raghunatha-dasa preguntó: “¡Oh Maestro! ¿Cuáles son mis legítimos deberes? ¿Cuál es la meta de la vida y el medio para alcanzarla?”. “Svarupa Damodara te explicará detalladamente todos esos temas, pero Yo también te daré algunos consejos”, contestó el Gran Maestro. “¡No debes escuchar conversaciones vanas ni vulgares! ¡Tampoco debes incurrir en tales pláticas! ¡No debes apetecer alimentos deliciosos ni vestimentas elegantes! ¡Tampoco debes esperar elogios ni reconocimiento! ¡Debes respetar y amar a los demás en todo momento! Constantemente debes pensar en Krsna y cantar Su santo nombre ininterrumpidamente. Debes meditar en los pasatiempos de Vraja-Vrndavana mientras mentalmente contribuyes a la divina unión de Sri Radha y Krsna”.

COMENZÓ A COMER LOS REMANENTES DE JAGANNATHA

El padre de Raghunatha-dasa pronto se enteró de su presencia en Puri y envió grandes sumas de dinero para la manutención de su hijo, pero éste lo devolvió íntegro. Un día dejó de pedir limosna en la puerta principal del Templo de Jagannatha, y en vez de ello fue a un lugar donde se distribuían alimentos gratis y comenzó a comer allí. Al escuchar acerca de este nuevo giro en la vida de Raghunatha-dasa, el Gran Maestro comentó: “Raghunatha ha hecho lo correcto al dejar de implorar sus alimentos en la puerta principal del Templo del Señor Jagannatha, porque hacer esto es como prostituirse”. Después, Raghunatha-dasa también dejó de aceptar los alimentos gratuitos de la beneficencia, y comenzó a comer los remanentes de Jagannatha que los vendedores descartaban en las cunetas, porque estaban rancios o descompuestos. A veces, esos remanentes estaban tan putrefactos que incluso las vacas se negaban a comerlos. Svarupa Damodara, a quien Sri Caitanya había puesto a cargo de Raghunatha-dasa, escuchó que éste honraba los remanentes putrefactos y desechados del Señor Jagannatha. De inmediato fue allí e imploró a Raghunatha-dasa un poco de esos remanentes del Señor que él saboreaba, los cuales eran dulces como el néctar. Además, acusó a Raghunatha-dasa de no querer compartir esos nectarinos remanentes con los demás devotos. Poco después, el Gran Maestro Sri Caitanya, en persona, se acercó a Raghunatha-dasa y le arrebató de la mano un bocado de remanentes putrefactos, para comerlos con sumo deleite. El Gran Maestro Sri Caitanya le dijo: “¡Oh Raghunatha! Tú comes estos deliciosos remanentes del Señor Jagannatha todos los días, pero no quisiste compartirlos conmigo. Por favor, dime por qué lo has hecho”.

LA HUMILDAD Y EL DESAPEGO DE RAGHUNATHA-DASA

La humildad y el desapego de Raghunatha-dasa por los placeres mundanos, no tienen comparación. Esas cualidades complacían tanto al Gran Maestro Sri Caitanya, que le entregó Su Deidad de Govardhana-sila y Su guñja mala, Su collar de pionías, al tiempo que le explicaba: “El servicio exclusivo a esta Govardhana-sila te permitirá descubrir el más profundo tesoro del amor por Krsna escondido en tu corazón”. Raghunatha-dasa se consideró inmensamente afortunado e imploró al Gran Maestro Sri Caitanya que le dijese cómo adorar esa sagrada Govardhana-sila. El Gran Maestro contestó: “Diariamente debes ofrecerle una jarra de agua y ocho tiernas Tulasi-mañjaris, flores de Tulasi, u ocho hojas de Tulasi”. Raghunatha-dasa comenzó a adorar la Govardhana-sila, como si estuviese adorando directamente a Vrajendra-nandana Krsna. Cuando pensaba que Sri Caitanya le había dado personalmente esta Govardhana-sila con Su propia mano, Raghunatha-dasa lloraba inmerso en un insondable éxtasis. Más adelante, comprendió que al darle Su Govardhana-sila y Su Guñja-mala, Sri Caitanya lo estaba colocando a los pies de loto de la Divina Pareja Sri Radha y Krsna. Raghunatha-dasa solía pasar más de veintitrés horas sumergido en profunda meditación sobre los pasatiempos de Krsna.