AnL. 05. UNA LECCIÓN PARA VALLABHA ACARYA

Vallabha Acarya también fue a Puri para encontrarse con el Gran Maestro Sri Caitanya. Vallabha Acarya estaba muy engreído con su erudición, pero quedó maravillado al ver al Gran Maestro Sri Caitanya y a Sus Compañeros, danzando jubilosos delante de la carroza del Señor Jagannatha durante el célebre festival. Vallabha Acarya quería que el Gran Maestro escuchara sus comentarios sobre el Srimad Bhagavatam, pero Sri Caitanya rehusó, alegando: “Yo no estoy calificado para escuchar tales discusiones. El canto o la recitación de los santos nombres de Krsna es más que suficiente para Mí”. Vallabha Acarya replicó: “Por favor, explícame el significado de la palabra Krsna”. El Gran Maestro Sri Caitanya contestó: “Hasta donde Yo sé, Krsna es Syama-sundara, el hermoso Señor original de matiz oscuro, y Yasoda-nandana, el amado hijo de la Reina de Vraja, Yasoda”. Vallabha Acarya también quiso que otras personas en Puri se interesaran, pero no logró atraerlas para que escuchasen sus comentarios sobre el Srimad Bhagavatam. Un día, le dijo al Gran Maestro: “Tú te consideras como la esposa de Krsna, ¿cómo puedes entonces pronunciar Su nombre?” El Gran Maestro, Sri Caitanya replicó: “Nosotros estamos cumpliendo Sus mandatos. Una esposa casta jamás desobedece a su esposo”. Otro día, Vallabha Acarya declaró con altivez que en su comentario había refutado las explicaciones de Sridhara Svami, el gran comentarista del Srimad Bhagavatam. El Gran Maestro Sri Caitanya rio y dijo: “La mujer que desobedece a su esposo es una ramera”. Esa noche, Vallabha Acarya comenzó a pensar en los cambios que observaba en el comportamiento de Sri Caitanya: “Cuando el Gran Maestro Sri Caitanya me conoció en Prayaga, aceptó mi hospitalidad, pero aquí en Puri, me parece bastante indiferente”. Por último, Vallabha Acarya encontró la solución. Él razonó: “He desarrollado una tendencia defensiva para vencer cualquier oposición en los debates, exhibiendo mi así llamado conocimiento y erudición. Como un verdadero amigo, el Gran Maestro Sri Caitanya quiere erradicar mi orgullo, y yo me molesto como un necio”. El día siguiente, Vallabha Acarya fue donde el Gran Maestro y pródigamente le expresó su agradecimiento. El Gran Maestro trató una vez más de persuadir a Vallabha Acarya sobre los méritos del comentario de Sridhara Svami acerca del Srimad Bhagavatam, y en esta oportunidad, Vallabha Acarya permaneció callado. Luego, Vallabha Acarya invitó al Gran Maestro para que comiera con él. Sri Caitanya y Sus compañeros fueron a la casa del Acarya en Puri, y comieron allí. Las enseñanzas del Gran Maestro influyeron tanto en Vallabha Acarya, que le pidió iniciación a Gadadhara Pandita, uno de los compañeros eternos de Sri Caitanya. No obstante, Gadadhara Pandita rehusó, porque aparentemente al Gran Maestro Sri Caitanya no le gustaba la idea.

LA DECISIÓN ORIGINÓ UNA GRAN PERTURBACIÓN ENTRE SUS DEVOTOS

Algún tiempo después llegó a Jagannatha Puri un discípulo de Madhavendra Puri llamado Ramacandra Puri. El Gran Maestro Sri Caitanya le recibió con honores, porque era un hermano espiritual de Su Guru, Isvara Puri. Al parecer tenía tendencias monistas y como resultado despertó la ira de su maestro espiritual, Madhavendra Puri. Había también otras peculiaridades en su comportamiento. Cierta vez, invitó a Jagadananda Pandita, un compañero íntimo de Sri Caitanya y lo obligó a aceptar una comida muy pesada. Después que Jagadananda Pandita terminó de comer, Ramacandra Puri procedió a criticar los excesivos hábitos alimenticios de los seguidores del Gran Maestro, los cuales según él eran notorios. A continuación, Ramacandra Puri se dio a la tarea de investigar los hábitos alimenticios del Gran Maestro Sri Caitanya. Un día vio algunas hormigas saliendo de la habitación de Sri Caitanya, y exclamó: “Seguramente anoche había dulces en esta habitación y por eso hay hormigas allí. Desdichados son los monjes glotones y sus voraces deseos”. Después de pronunciar estas palabras, Ramacandra Puri abandonó el lugar. Al escucharlas, Sri Caitanya quedó impactado, estupefacto. El costo de Sus alimentos diarios era mínimo, e incluía los alimentos de Govinda-dasa, quien era Su asistente personal, y de Kasisvara. A partir de entonces, cuando aceptaba una invitación, no permitía que aumentaran Su ración acostumbrada. Además, ordenó a Govinda que disminuyera la cantidad de alimentos que se adquirían para ellos tres, restringiéndolos a una exigua medida de arroz y un poco de vegetales. La decisión originó una gran perturbación entre Sus devotos, pero el Gran Maestro Sri Caitanya y Sus sirvientes los ignoraron, y continuaron con su dieta de frugalidad extrema. Otro día, Ramacandra Puri regañó al Gran Maestro por descuidar Su salud, recordándole la famosa afirmación del Gita: “Aquel que es moderado en su alimentación y recreación, en su sueño y en su vigilia, que es autocontrolado en todas sus actividades, alcanza la paz mental que le libera de todo tipo de aflicción”. El Gran Maestro contestó: “En comparación contigo, Ramacandra, Yo soy un niño. Realmente soy muy afortunado de que alguien como tú se ocupe de instruirme”. Paramananda Puri rogó al Gran Maestro: “No hagas caso de Ramacandra. Debes seguir comiendo lo que acostumbrabas”. Sin embargo, el Gran Maestro mantuvo su posición: “Ramacandra está en lo correcto. ¡Un monje no debe ser glotón! Por el contrario, debe medir
sus alimentos, y tomar apenas lo suficiente para sustentarse”. Más adelante, por insistencia de Paramananda Puri y de los otros devotos, el Gran Maestro aumentó la cantidad de alimentos que ingería, pero por el resto de Su vida comería la mitad de lo que es considerado una dieta normal. Para gran alivio de todos, Ramacandra se fue de Puri algún tiempo después. A partir de entonces, el Gran Maestro se mostró feliz como de costumbre. Pasaba el día visitando el Templo de Jagannatha, cantando los santos nombres del Señor y danzando en éxtasis. De noche, se reunía con Svarupa Damodara y Ramananda-raya, para saborear sus pláticas sobre la ciencia espiritual del Rasa, la dulce relación entre Krsna y Sus devotos. Las multitudes comenzaron a colmar la casa de Sri Caitanya, con la esperanza de ver al Gran Maestro. Cada vez que Él salía, exhortaba a todos: “¡Canten el santo nombre de Krsna! ¡Canten el santo nombre de Krsna!”.