AnL. 08. LA HISTORIA DE LAKSHAHIRA

ALGUNOS EPISODIOS DE LA VIDA DE HARI DASA

Después de la excelsa partida de Hari-dasa, el Gran Maestro Sri Caitanya narró algunos episodios de su vida ante la congregación de los devotos. Mientras más hablaba acerca de Hari-dasa, más éxtasis experimentaba. Él relató: “Hari-dasa nació en el Distrito de Khulna, en una familia musulmana. Él solía vivir en una pequeña choza en la selva cerca de la aldea llamada Benapole, en Jessor. Allí, él cantaba los santos nombres de Krsna, entonaba melodiosas canciones de alabanza a Krsna, y con mucho fervor servía a Tulasi-devi, la sagrada planta de la devoción. Pasaba el día y la noche cantando suavemente el santo nombre en sus cuentas. Había prometido que cantaría apaciblemente el santo nombre de Krsna trescientas mil veces todos los días y cumplió fielmente esa firme promesa hasta que abandonó este mundo. Todos respetaban a Hari-dasa, con excepción del terrateniente Ramacandra Khan, el Zamindar de Bangaon. Ramacandra Khan quería exclusivamente para sí el respeto de todos sus súbditos, y vanamente se esforzó de muchas y diversas maneras para ganar sus corazones. Como falló en sus intentos, Ramacandra decidió entonces desgraciar a Hari-dasa, difamando su posición. Pensaba que de esta manera podría ganar la confianza y el aprecio de la gente. Para lograrlo, ideó un plan perverso. Contrató a Laksahira, una joven y bella prostituta, para hechizar y seducir a Hari-dasa con las artes de su oficio”.

EL GRAN MAESTRO PROSIGUIÓ:

El Gran Maestro prosiguió: “Ramacandra Khan prometió a Laksahira que si tenía éxito en difamar a Hari-dasa, le daría una atractiva y sustancial recompensa. Como era impúdicamente codiciosa, Laksahira aceptó ser partícipe del plan ideado por Ramacandra Khan. Por supuesto, ella no tenía idea de lo que le aguardaba. Una noche, se vistió para la ocasión y visitó la cabaña de Hari-dasa. Cuando llegó allí, pidió permiso para entrar y estar con él. Para su gran fortuna, Hari-dasa estaba inmerso en el canto de los santos nombres en sus cuentas. Al ver a la prostituta Laksahira, Hari-dasa le pidió amablemente: `Por favor espera afuera, en el cobertizo, hasta que concluya mi canto y mis oraciones’. Ella aguardó allí afuera hasta el alba, esperando que Hari-dasa la llamara. Escuchando los santos nombres de Krsna que Hari-dasa cantaba, se quedó dormida. Durante tres noches consecutivas, Laksahira se esforzó para que Hari-dasa la recibiera, pero fue en vano. Ni siquiera logró que posara sus ojos enella. Sin embargo, Hari-dasa le había prometido que la llamaría tan pronto como terminara de cantar. Esperanzada, aguardó en el cobertizo.

LAKSAHIRA INCONSCIENTEMENTE ESCUCHABA EL CANTO DE LOS SANTOS NOMBRES DE KRSNA DE LABIOS DE HARI-DASA

Aunque Hari-dasa continuaba cantando los santos nombres de Krsna, la noche aún era joven. En las ocasiones anteriores, mientras aguardaba, Laksahira inconscientemente escuchaba el canto de los santos nombres de Krsna de labios de Hari-dasa. Esa noche, después de esperar por algún tiempo, se quedó profundamente dormida. Despertó súbitamente cuando escuchó que la llamaban. Para su gran sorpresa, vio que estaba amaneciendo y que Hari-dasa estaba frente a ella: ¡Por favor levántate!’, dijo Hari-dasa con voz suave y afectuosa. Entretanto, Laksahira había sido transformada por completo, incluso sin ella saberlo. El santo nombre cantado por Hari-dasa era tan poderoso, que aun cuando había sido escuchado inconscientemente, ejerció sus potentes y admirables efectos en una prostituta altamente profesional como Laksahira. Estaba arrepentida y llena de remordimientos. Comprendía que había incurrido en graves e infames ofensas a los pies de Hari-dasa, y deseaba suicidarse. Ella se postró a los pies del santo Hari-dasa y lloró amargamente. Sus lágrimas sinceras y ferviente arrepentimiento a los sagrados pies de Hari-dasa, lavaron todos sus pecados, pero ella no cesaba de implorar su perdón.

¡LEVÁNTATE LAKSAHIRA!

Hari-dasa la tranquilizó y dijo: `¡Levántate Laksahira! ¡Canta el santo nombre de Krsna!’. Hari-dasa la inició con el Mantra del santo nombre y le dio su propia cabaña para que residiera. Él abandonó Benapole y se trasladó a Chand Pur. Desde ese día, Laksahira quedó totalmente transformada y se convirtió en una devota de Krsna. Diariamente cantaba trescientos mil nombres de Krsna. Cuando el Rey musulmán se enteró, se enojó sobremanera, especialmente porque Hari-dasa, a pesar de ser un musulmán, observaba con fervor los ritos hindúes. De inmediato ordenó que Hari-dasa tenía que dejar de cantar el nombre de Krsna, el Dios hindú. El Rey amenazó que de no acatar sus órdenes, Hari-dasa sería llevado a veintidós mercados diferentes, donde sería públicamente azotado y golpeado, hasta que abandonara el canto de los nombres de Krsna. Hari-dasa desobedeció el mandato del gobernante musulmán y calladamente toleró los dolorosos azotes, mientras imploraba a Krsna. `Por favor perdona a los que me golpean’, susurraba Hari-dasa mientras le flagelaban sin cesar. Finalmente,
cayó al suelo sin sentido. Se pensó que Hari-dasa había muerto por causa de los azotes, y su cuerpo fue lanzado al río Ganges. La corriente del sagrado Ganges le arrastró hasta Phulia, donde recuperó el conocimiento y nuevamente comenzó a cantar los santos nombres de Krsna. Hari-dasa solía vivir en una cueva donde habitaba una serpiente sumamente venenosa. La gente que le visitaba no podía permanecer allí mucho tiempo por temor a la letal serpiente. Hari-dasa se dirigió entonces a la serpiente y le dijo: `Si tú no te vas, me tendré que ir yo’. Al escuchar estas palabras, la serpiente salió de su escondrijo y abandonó la cueva para siempre”. Así concluyó la narración del Gran Maestro Sri Caitanya.

CUANDO AZOTABAN A HARI-DASA

En una oportunidad, durante un prolongado arrebato extático en Navadvipa, el Gran Maestro Sri Caitanya mostró en Su espalda las marcas de los golpes que Él había soportado cuando azotaban a Hari-dasa. En Puri, Sri Caitanya hizo todos los arreglos para que Hari-dasa viviese cerca de Él en Siddha Bakula, y diariamente le enviaba Sus remanentes como sustento. El Gran Maestro Sri Caitanya proclamó: “Hari-dasa es la joya cimera de esta Tierra. Sin él, este mundo ha quedado sin gemas ni riquezas dignas de mencionarse”.

YO ESTOY ATADO A ÉL POR LOS LAZOS DEL AMOR

Estos incidentes hicieron que el Gran Maestro se sumergiera cada vez más profundamente en Sus éxtasis devocionales. La visita anual de los devotos bengalíes, lograba distraer Su mente y llevarla a niveles normales. En una ocasión, Él le dijo a los devotos de Bengala: “Ustedes vienen a verme todos los años a pesar de las molestias y la fatiga de la larga travesía. No puedo pedirles que no vengan a visitarme, porque Me siento muy feliz en su compañía. Le he pedido a Nityananda Prabhu que permanezca en Bengala, pero aun así él viene a visitarme. Movido por el afecto que me dispensa, Advaita Acarya también viene a verme, y Yo estoy atado a él por los lazos del amor. Todos ustedes se toman la molestia de venir a Puri para verme, en tanto que Yo permanezco aquí todo el tiempo. No sé cómo recompensar sus gentilezas. Yo soy un monje. No poseo más riqueza que este cuerpo que Yo les entrego. Véndanlo donde les plazca”.

TODOS COMENZARON A LLORAR

Al escuchar estas palabras del Gran Maestro, todos comenzaron a llorar. Una semana después, los devotos de Bengala se despidieron del Gran Maestro y partieron. Esta fue quizás la última vez que verían
al Gran Maestro. Así, Sri Caitanya pasó los últimos años de Su vida en Jagannatha Puri. Vivía continuamente en un estado de éxtasis devocional que se encumbraba hasta la etapa de Divyonmada, un intenso estado de divina locura amorosa por Krsna. Su amor extático se hacía cada vez más intenso con el paso de los días, ya que permanecía completamente absorto en los sentimientos de Sri Radha. Todos los años seguía participando en el festival de las carrozas, danzando en éxtasis ante la carroza del Señor Jagannatha. Igual que antes, limpiaba el Templo de Gundica. Siguió una rutina estricta hasta el final. Se levantaba temprano en la mañana, cuando aún era oscuro, y visitaba el Templo del Señor Jagannatha. Cuando Hari-dasa vivía, Sri Caitanya le visitaba todos los días al regresar del Templo. Después que Hari-dasa partió, se dedicaba al canto de los santos nombres durante horas. El canto de los santos nombres de Krsna era tan querido y valioso para Él, que no aceptaba alimentos de quien no cantase el número determinado de nombres en sus cuentas. Desde que se convirtió en un monje, observó grandes austeridades. En Su juventud, disfrutaba de la buena comida, pero tanto la cantidad como la calidad de Sus alimentos fueron drásticamente reducidos debido a las críticas de Ramacandra Puri. Durante Sus últimos años, perdió toda atracción por la comida, y sólo la ingería por costumbre.