AL. 11. EL PASATIEMPO DE JAGAI Y MADAI

JAGAI Y MADHAI ERAN BRAHMANAS DE NACIMIENTO

Un día, Nityananda Prabhu propuso salvar a dos pecadores llamados Jagai y Madhai. Hari-dasa enseguida lo aprobó, porque la instrucción de Nimai era liberar a todos en este mundo. Jagai y Madhai eran Brahmanas de nacimiento, pero se habían convertido en borrachos y criminales. Nityananda y Hari-dasa habían escuchado acerca de su mala reputación. Sin embargo, un día se aproximaron a los malvados hermanos y comenzaron a cantar los santos nombres de Krsna. Los dos hermanos estaban ebrios, y al escuchar el canto de los devotos se abalanzaron sobre ellos. Nityananda Prabhu y Hari-dasa abandonaron con presteza el lugar. En tono jocoso, comenzaron a acusarse el uno al otro por haberse involucrado en una misión tan peligrosa. Otro día, muy entrada la noche, Nityananda Prabhu se dirigía a la casa de Nimai y pasó por la tienda de licores de Jagai y Madhai. Los hermanos gritaron: “¿Quién anda por ahí?” “Me dirijo a la casa de mi Señor”, contestó Nityananda Prabhu. Ellos preguntaron: “¿Cuál es tu nombre?” Él respondió: “¡Mi nombre es Avadhuta, y soy un Sannyasi!” Cuando Madhai escuchó la palabra Avadhuta, se enojó y golpeó a Nityananda Prabhu con un objeto pesado. Nityananda Prabhu exclamó: “¡Oh Govinda! ¡Oh Govinda!” Al escuchar esto, Madhai se enojó aún más y quiso agredir a Nityananda Prabhu otra vez. Jagai le detuvo diciendo: “No seas tan cruel, ¿Qué vas a ganar con atacar a un monje?”.

ABRAZANDO A JAGAI EXCLAMÓ

La noticia de este lamentable incidente pronto llegó a oídos de Nimai y de inmediato se dirigió hacia allí con Sus seguidores. Cuando Nimai vio a Nityananda Prabhu sangrando, se enfureció enormemente, pero antes de que pudiese realizar una acción drástica, Nityananda Prabhu se lo impidió: “¡Mi Señor! Cuando Madhai me hirió, Jagai salió a defenderme. Estoy muy satisfecho con él y te imploro que le otorgues Tu misericordia”. Nimai se sintió muy feliz de escuchar acerca del sincero esfuerzo de Jagai por ayudar a Nityananda Prabhu. Abrazando a Jagai exclamó: “¡Qué puedas alcanzar el amor por Krsna!” Jagai no pudo soportar la potente emoción amorosa de Nimai y al instante perdió el conocimiento. Nimai dijo: “¡Oh Jagai! ¡Levántate y observa! Te estoy dando amor por Dios”. Jagai se levantó, pero en vez de ver a Nimai, vio la forma de Visnu sosteniendo la caracola, el disco, el mazo y la flor de loto en Sus cuatro manos. Al ver esta forma de Visnu, Jagai se sintió aturdido y se desvaneció una vez más.
Entonces Nimai colocó Su pie sobre la cabeza de Jagai, quien rápidamente recuperó el conocimiento. De inmediato cayó a los pies de Nimai y rompió en llanto.

MADHAI CAMBIÓ RADICALMENTE

Al ver la profunda compasión que Nimai le dispensó a su hermano Jagai, Madhai cambió radicalmente. Al notar este cambio repentino, Nityananda Prabhu intercedió por él ante Nimai, implorando: “¡Oh mi Señor, por favor ten compasión de él!” Madhai también suplicó perdón de Nimai, y entonces Nimai le sugirió que debía procurar la indulgencia de Nityananda Prabhu. Nityananda Prabhu se la concedió al instante, diciendo: “Si tengo en mi haber algún mérito piadoso, preferiría que Madhai disfrutara de los resultados”, y le bendijo. Nimai le dijo a Nityananda Prabhu: “¡Si realmente has perdonado a Madhai, entonces abrázale!” Nityananda Prabhu abrazó a Madhai con gran felicidad. Jagai y Madhai cayeron a los pies de loto de Nimai y se arrepintieron amargamente. Después, los devotos llevaron a los arrepentidos hermanos a la casa de Nimai. Una vez allí, sorprendieron a los devotos al recitar extensos versos glorificando a Nimai, a Nityananda Prabhu y a Sus amorosos asociados.

HABÍAN RECIBIDO UNA GRACIA MUY ESPECIAL DE NIMAI

Todos concluyeron que estos dos hermanos borrachines definitivamente habían recibido una gracia muy especial de parte de Nimai. Aun así, Nimai intervino diciendo: “Jagai y Madhai ya no son dos borrachos, son Mis servidores y Yo he erradicado todos sus pecados. Nadie debe tomar en consideración sus actividades pasadas”. Luego, el grupo comenzó a cantar los santos nombres de Krsna con gran éxtasis y gozo. Cuando el Sankirtana terminó, los devotos fueron al Ganges a darse un baño. Mientras se bañaban, Nimai comenzó a salpicar con agua a los devotos lleno de regocijo, y pronto todos ellos se unieron al juego experimentando un gran éxtasis. El venerable Advaita Acarya se divertía como un niño junto a los devotos, en las aguas del Ganges.
A pesar de haberse convertido de la noche a la mañana, Jagai y Madhai se volvieron devotos modelo. Madhai estaba sumamente determinado a ofrecer algún servicio sustancial que erradicara sus ofensas pasadas. Así pues, Nimai le encomendó la construcción de un Ghata, un balneario a orillas del Ganges para beneficio de los devotos. Al poco tiempo, Madhai comenzó a llevar una vida muy estricta a orillas del Ganges, y trabajó continuamente en la construcción del
Ghata. Todos los días la gente veía a Madhai trabajando alegremente con una pala en su mano. Él construyó el balneario sin ayuda alguna, y cuando fue concluido, se le dio el nombre de Madhai-ghata. Los habitantes de Navadvipa quedaron sumamente impresionados con la liberación de Jagai y Madhai, porque puso en evidencia la magnánima y compasiva naturaleza de Nimai. Debido a que pudo rectificar la vida de Jagai y Madhai, los dos hermanos pícaros y borrachines, la gente aceptó plenamente la naturaleza divina de Nimai.

“¿DE QUÉ SIRVE EL CUERPO SI UNO NO TIENE AMOR POR DIOS?

El grupo de Sankirtana cobró mayor intensidad. En diversas ocasiones Nimai se mostró una y otra vez ante Sus queridos devotos como Krsna encarnado. Cierta vez, una extraña depresión se apoderó de Nimai. Él sentía que no poseía ni el más leve amor por Dios. “¿De qué sirve el cuerpo si uno no tiene amor por Dios?” preguntó Nimai, e impulsivamente saltó al Ganges con el propósito de suicidarse. Nityananda Prabhu y Hari-dasa se lanzaron al agua y le rescataron. Después de este perturbador incidente, Nimai decidió esconderse en la casa de Nandana Acarya, advirtiendo a Nityananda y a Hari-dasa que no revelaran Su paradero. A la mañana siguiente, Nimai envió a Nandana Acarya a buscar a Srivasa Pandita. Srivasa Pandita enseguida acudió donde Nimai y le dijo que los devotos no podían tolerar la separación causada por Su desaparición, y que Advaita Acarya estaba ayunando acosado por intensos remordimientos. Nimai fue entonces a la casa de Advaita Acarya y le encontró sentado en un estado de mortificación extrema. Nimai dijo: “Acarya, por favor levántate y mírame. ¡Yo soy Nimai!” Advaita Acarya permaneció inmóvil, sintiéndose un poco avergonzado. Nimai de nuevo le pidió a Advaita que se levantara, pero ya Advaita Acarya estaba totalmente arrepentido de su absurdo remordimiento y le imploró a Nimai que le concediera el sentimiento que tiene un sirviente hacia su amo. Nimai le tranquilizó y finalmente dijo: “Advaita, ciertamente eres Mi sirviente”. El venerable Advaita Acarya recuperó su felicidad, y lleno de entusiasmo retomó normalmente su rutina de servicios.