AL. 12. EL ORGULLOSO KASI

LA OBRA FUE PUESTA EN ESCENA

Cierta vez, Nimai sugirió que los devotos le ayudarán a representar los pasatiempos de Krsna en un escenario. Lleno de alegría, Buddhimanta Khan suministró todos los trajes y las decoraciones necesarias para la obra. Esa noche la obra fue puesta en escena en la casa de Srivasa Pandita. Entre los invitados de honor estaban Saci-devi, Visnu-priya, y muchas familias devotas de renombre. Toda la atención se concentró en Nimai, quien primero apareció como Rukmini, y después de interpretar ese papel a la perfección se presentó como otra de las reinas. Luego danzó, experimentando gran afecto y placer al bailar en la modalidad de la Madre Universal. Los actores y el público quedaron emocionadísimos y recitaron versos de alabanza a la Madre Universal. Después de la obra, Nimai irradió una luz celestial que iluminó la casa de Srivasa Pandita continuamente durante siete días.
Algún tiempo después Advaita Acarya se sintió desdichado una vez más porque Nimai continuaba tratándole con gran respeto en consideración a su avanzada edad y su erudición. Advaita Acarya quería ser tratado como un humilde sirviente y no como un anciano erudito. Por consiguiente, pronto difundió la noticia de que se había convertido en un monista, un partidario del concepto impersonal acerca del Supremo. Cuando Nimai escuchó las tristes nuevas acerca de Advaita Acarya, se apresuró hasta su casa en Santi-pura acompañado de Nityananda Prabhu. Al arribar a la casa del Acarya, Nimai estaba sumamente enojado. Él vociferaba: “¿Dices que el conocimiento es superior a la devoción? ¿Es eso lo que estás predicando y practicando?” A continuación arrojó a Advaita Acarya de su asiento, lanzándole contra el suelo, y comenzó a castigarle. Sita-devi, la esposa de Advaita Acarya, imploró al airado Nimai misericordia para su esposo. No obstante, Nimai continuó gritándole a Advaita Acarya: “Yo estaba recostado en el Océano Lácteo cuando tus gritos y tus oraciones me despertaron. ¡Por tus ruegos he venido a este mundo para enseñar amor y devoción! Si ahora quieres hacer caso omiso de la devoción, ¿para qué me arrastraste hasta este mundo?” Nimai desplegó Su potencia mística interna, y una vez más le mostró a Advaita Acarya Su identidad como Krsna en persona. Advaita Acarya se regocijó sobremanera, y en éxtasis comenzó a danzar mientras exclamaba con voz ahogada por la emoción: “¡Ahora has aparecido ante mí en Tu verdadera forma! Debo decirte que no soy Durvasa, cuyos remanentes Tú aceptaste en una ocasión. Tampoco soy Brghu-muni, cuyas huellas exhibiste una vez sobre Tu pecho. ¡Yo soy Advaita, Tu verdadero esclavo! Ahora que me has castigado, por favor concédeme refugio bajo la sombra de Tus pies de loto”. Entonces Advaita Acarya llevó su cabeza a los pies de Nimai y Nimai amorosamente le colocó en Su regazo. Una inmensa ola de dulce éxtasis de amor los desbordó, y todos los presentes derramaron lágrimas de gozo mientras cantaban los santos nombres de Krsna. En ese momento, Nimai declaró a todos los presentes: “Todo aquel que se refugia por completo en Advaita, recibe Mis bendiciones plenas, aunque cometa cientos de crímenes en contra Mía”.

LA FAMA DEL GRUPO DE SANKIRTANA DE NIMAI

La fama del grupo de Sankirtana de Nimai continuó difundiéndose por todo Navadvipa y millares de personas se sintieron inspiradas para participar en el magnífico canto de los santos nombres del Señor. Sus programas fueron mantenidos en la estricta intimidad de sus hogares. Algunas personas comenzaron a llevarle diversos regalos a Nimai, quien a cambio las bendecía diciendo: “¡Qué al cantar el Maha-mantra puedan obtener amor por Krsna! Este Mantra puede meditarse en silencio, y es el único Mantra que puede también ser cantado en alta voz. Todos ustedes deben formar un grupo, y al tiempo que palmotean deben cantar: Hari Haraye Namah Krsna Yadavaya Namah Gopala Govinda Rama Sri Madhusudana En los hogares, tanto los esposos como las esposas, los niños y demás familiares, deben sentarse juntos y cantar los santos nombres de Krsna, el Señor”. Nimai organizó un numeroso grupo de Sankirtana para cantar los santos nombres de Krsna por la ciudad, mientras tocaban diversos instrumentos melodiosos. Todos participaron en este glorioso grupo de Sankirtana, sin importarles su posición en la sociedad.
Un día, el Kazi, el magistrado musulmán, escuchó el resonar de los instrumentos musicales utilizados por los hindúes durante sus ceremonias religiosas. De inmediato se dio a la tarea de atacar y golpear a algunas personas, rompió sus tambores y sembró entre ellos un pánico terrible cuando los perseguía. Después de eso, el Kazi y sus hombres comenzaron a patrullar el pueblo de Navadvipa para impedir que los devotos llevaran a cabo sus actividades y sus cantos congregacionales en público. Después del violento y brutal
comportamiento del Kazi, los devotos dejaron de cantar públicamente. Cuando Nimai escuchó acerca de lo acontecido, se enojó sobremanera con el Kazi y le informó a Nityananda Prabhu que realizaría una gran procesión de Maha-sankirtana por las calles de Navadvipa, y le pidió que difundiera la noticia. También denunció al Kazi y amenazó con destruir su casa. Las noticias del plan de Nimai se esparcieron raudamente por toda la ciudad. Los habitantes de Navadvipa, quienes se sentían particularmente atraídos por la gloriosa danza de Nimai y Su grupo, se prepararon para una procesión con antorchas. La procesión, bajo la guía de Nimai, fue dividida en cuatro grupos. El primero era conducido por Advaita Acarya, el segundo por Hari-dasa, el tercero por Srivasa Pandita y el cuarto por Nimai y Nityananda Prabhu.

LA EXQUISITA BELLEZA DE NIMAI

Esa noche, todos los habitantes de Navadvipa siguieron a un deslumbrante Nimai que saltaba sobresaliendo entre las multitudes, inmerso en un gran éxtasis de amor por Dios. Era muy alto, bellamente proporcionado y de un refulgente matiz dorado. Su encantadora y rizada cabellera negra caía suelta sobre Sus hombros, haciéndole destacar de manera excepcional incluso desde muy lejos. Las damas de Navadvipa salieron a sus terrazas para ver cómo el radiante y refulgente Nimai, en un éxtasis impresionante, cantaba en alta voz los santos nombres: “¡Hari! ¡Hari!” La procesión crecía cada vez más y el canto de los santos nombres se intensificó y resonó en los cielos, saturando todo el universo, ¡qué decir del pueblo de Navadvipa! Las nubes en el cielo comenzaron a danzar regocijadas, mientras conducían a los distintos dioses del cielo para presenciar el baile y el canto espectaculares de Nimai. El gozo del inquieto viento no tenía límites, y con sus refrescantes brisas abrazaba al grupo de Sankirtana. Derrotada por la cegadora refulgencia de Nimai, la luna se escondió tras las nubes y desde allí contempló con regocijo la extática danza de Su Señor. El dios del fuego se presentó y prestó servicio en la forma de la llama de las antorchas, que los devotos sostenían en tan magna y bienaventurada procesión. Todos danzaban deliciosamente al ritmo de los tambores, de los címbalos y del canto de los santos nombres entonado por Nimai. Aquellos que presenciaron la procesión, quedaron asombrados e hipnotizados ante la exquisita belleza de Nimai.

NIMAI INVOCÓ A KRSNA

En esta ocasión, en vez de invocar al juvenil y encantador flautista de Vraja, Nimai invocó a Krsna como el poderoso guerrero que sostiene el terrible arco Saranga. Luego comenzó a danzar de manera maravillosa, como lo hace Siva en plena ira para destruir todos los mundos. La bella danza de Nimai no sólo atrajo a los habitantes de Navadvipa, sino que también hechizó profundamente a Sus compañeros como Srivasa, quien también danzó enloquecido. El asombroso baile de Nimai atrajo a todos los dioses del cielo y cautivó sus mentes por completo. Mientras tanto, la procesión llegó a la casa del Kazi, en medio de una atmósfera poderosamente sobrecargada. La muchedumbre invadió el hogar del Kazi, quien rápidamente huyó atemorizado. Cuando la ira de Nimai se apaciguó, envió a algunos caballeros a buscarle. El asustado Kazi fue e inclinó su cabeza respetuosamente ante Nimai desde cierta distancia. Nimai le pidió que se acercara y le ofreció un asiento a Su lado. Luego dijo en tono jocoso: “¡He venido a verte como tu huésped! ¿Por qué corriste a esconderte?” El Kazi contestó: “Viniste muy enojado, así que me mantuve tan lejos como pude. Ahora que Tu ira se ha aplacado, he venido a verte. En verdad me siento muy afortunado de tenerte como huésped. Yo solía llamar tío a Tu abuelo Nilambara Cakravarti. Así que en cierto sentido, Tú eres mi sobrino. Los tíos siempre toleran los excesos en el comportamiento de sus sobrinos, y los sobrinos no toman en serio las ofensas de sus tíos”.

UN DEBATE ENTRE NIMAI Y EL KAZI

A continuación se originó un debate entre Nimai y el Kazi. Nimai dijo: “Mi querido tío, he venido a hacerte algunas preguntas”. “Bien, ¿qué tienes en mente?”, contestó el Kazi. Nimai expresó: “Tú bebes leche de vaca y por tanto la vaca es considerada como tu madre. El toro ara y prepara los campos para cosechar granos nutritivos que te sirven de sustento. Puesto que el toro y la vaca son considerados como tu padre y tu madre, ¿cómo puedes matarlos para alimentarte de ellos? ¿Qué clase de conducta y de estructura religiosa es ésa? ¿En qué te basas para incurrir en actividades tan pecaminosas?”.

EL KAZI CONTESTÓ:

El Kazi contestó: “Tú tienes Tus Escrituras, los Vedas y los Puranas; nosotros tenemos nuestra propia Escritura conocida como el sagrado Corán. De conformidad con el Corán, hay dos clases de progreso: uno, incrementando nuestro deseo de disfrute, y el otro,
disminuyéndolo. En el sendero para aminorar el deseo de disfrute, se prohíbe la matanza de animales”, explicó el Kazi, y continuó: “Sin embargo, en las actividades prescritas para el disfrute, hay regulaciones para matar a las vacas. Esa matanza se lleva a cabo bajo la guía de las Escrituras y por lo tanto no se incurre en pecado. También en Tus Escrituras hay preceptos para la matanza de las vacas. Basándose en ellos, los grandes sabios ejecutan sacrificios y las matan”.

NIMAI REPLICÓ SIN DEMORA

Al escuchar esto, Nimai replicó sin demora: “En los Vedas se ha establecido claramente que no se debe matar a las vacas. Así pues, ningún hindú debe infringir ese mandato. En los Vedas y en los Puranas se declara que si uno puede revivir a una entidad viviente, podría matarla para realizar un sacrificio. Los grandes sabios a veces sacrificaban los animales viejos mediante la entonación de Mantras védicos, para volverlos de nuevo a la vida y rejuvenecerlos. Matar y rejuvenecer animales viejos o inválidos no es considerado matanza, sino una acción que redundará en su beneficio. Anteriormente, los poderosos Brahmanas podían ejecutar tales sacrificios mediante el canto de Mantras védicos. Sin embargo, en la presente era de Kali esto no se cumple porque ellos carecen de ese poder. Por consiguiente, la matanza de vacas y toros con el fin de rejuvenecerlos ha sido estrictamente prohibida”. Nimai continuó: “Se dice en las Escrituras que en esta era de Kali se prohíben cinco tipos de actividades: La primera, ofrecer un caballo en sacrificio; la segunda, ofrecer una vaca en sacrificio; la tercera, aceptar Sannyasa, la orden de vida renunciante; la cuarta, ofrecer carne a los antepasados, y la quinta, que un hombre procree hijos con la esposa de su hermano. Puesto que en tu religión no hay instrucciones para devolver la vida a un animal al cual se le ha dado muerte, entonces eres responsable de su muerte y sin duda alguna irás al infierno. De ese modo, no habrá posibilidad de que alcances la liberación. Aquellos que matan las vacas son condenados a pudrirse en el infierno tantos miles de años como pelos haya en el cuerpo del animal. En tus Escrituras hay muchos errores y mitos. Al ignorar la esencia del conocimiento, los recopiladores del sagrado Corán dieron preceptos contrarios a la razón y a las conclusiones correctas”.

EL KAZI ACEPTÓ SU DERROTA

Al escuchar los razonamientos de Nimai, el Kazi quedó estupefacto y aceptó su derrota. Humildemente dijo: “Mi querido Nimai, has dicho laverdad. Nuestras Escrituras han sido formuladas y desarrolladas recientemente. En realidad, no son filosóficas ni lógicas. Sé bien que nuestras Escrituras están llenas de mitos y errores. Sin embargo, debido a que soy mahometano, estoy en la obligación de aceptarlas aunque sus bases filosóficas sean insuficientes”. Finalmente, el Kazi acordó que no interferiría con el Sankirtana, el canto de los santos nombres en público. Tanto el Kazi como sus descendientes honraron la promesa, tal como Nimai lo había pedido. Después, el Kazi le dijo a Nimai: “Quiero decirte algo en privado”. Luego continuó: “Cuando fui a las casas de los hindúes, destrocé sus tambores, prohibiendo el canto de los santos nombres de Krsna. Por la noche, vi en sueños a un león sumamente feroz que rugía atronadoramente. Tenía el cuerpo de un hombre y el rostro de un león. Mientras yo dormía, el león saltó sobre mi pecho, riendo y rechinando sus dientes fieramente. Luego colocó sus garras sobre mi pecho y dijo con voz grave: `Yo rasgaré tu pecho en dos de la misma forma como tú rompiste los tambores Mrdanga. Tú interrumpiste el canto de los santos nombres de Krsna en congregación, ¡así que hoy Yo te destruiré!’ Me sentí aterrado, cerré mis ojos y comencé a temblar. Al verme tan asustado, el león me dijo: `Te he vencido para enseñarte una lección, pero seré magnánimo contigo. Aquel día, el disturbio que creaste no fue tan grande, así que te perdonaré la vida. No obstante, si vuelves a incurrir en tales actividades no seré tan tolerante. Te mataré a ti, a tu familia y a todos los que comen carne’. Después de decir esto, el león desapareció. Hasta ahora no le había relatado esta experiencia a nadie”. Por último, el Kazi le mostró a Nimai las señales que el león había dejado en su pecho. Todos pudieron ver esas marcas y escucharon acerca de este asombroso suceso.